sábado, abril 05, 2008

Mujeres y Hombres, luchemos contra el "feticidio"

Cuando en Asia no queden mujeres
 
Esther Arroyo.-05/04/2008

Lo llaman 'feticidio' y es una forma de eliminación prenatal de las mujeres que, gracias a las técnicas de determinación del sexo del bebé durante el embarazo, ha disparado el número de abortos selectivos en países como India, Bangladesh, China, Taiwán o Pakistán, donde la violencia contra las mujeres alcanza sus cotas más altas. Aquí, la tradición de siglos de discriminación femenina se alía con las nuevas tecnologías, de forma que el rechazo hacia las mujeres ha derivado en una brecha demográfica que se traduce en la ausencia de cerca de cien millones de féminas.

La situación no es nueva. Diversas organizaciones no gubernamentales, incluso la propia ONU, llevan décadas denunciando un hábito que no sólo viola los derechos fundamentales de la mujer, sino que ha diezmado la población femenina de forma preocupante. La ONG One World Asia afirma que en India hay entre 35 y 40 millones menos de mujeres que de hombres y que el feticidio femenino afecta a unos 500.000 bebés al año. La proporción de niñas menores de seis años lleva disminuyendo desde 1970 en India, un país en el que ni siquiera la ley de 1994, que impide la utilización de las técnicas de diagnóstico prenatal con fines selectivos, es capaz de evitar los abortos femeninos masivos.

Los primeros censos llevados a cabo en la India a principios del siglo XX ya revelaron un incipiente déficit de mujeres. Hoy, un siglo después, el desequilibrio es mucho más pronunciado. Si la población india se ha multiplicado por cinco, la falta de mujeres se ha ido acentuando hasta dejar el ratio entre hombre y mujeres en 800-1.000. Mientras, en China, la ONU ya denunció que el 97,5% de los bebés abortados son niñas. Según un informe de la International Humanist and Ethical Union, el Gobierno chino, el mismo que impuso la Política del 'Hijo Único', prevé que en el año 2020 haya 40 millones de hombres jóvenes solteros a causa del 'sex ratio' adverso. Son los llamados 'ramas desnudas'.

En estados indios como Punjab, el mayor déficit de mujeres en las generaciones más jóvenes confirma la eliminación de las niñas en los últimos años. El impacto social de este desequilibrio demográfico es innegable. Los demógrafos advierten que en los próximos 20 años el mercado marital acusará una manifiesta escasez de novias reafirmando lo que hoy es una realidad: Asia es el continente más masculino del mundo. Los peligros a los que se enfrenta una sociedad tan descompensada son aterradores. Las mujeres son cada vez más susceptibles de ser explotadas como trabajadoras sexuales y las violaciones no dejan de aumentar. Además, en las zonas rurales, donde el número de mujeres casaderas tiende a decrecer, las que se desposen serán cada vez más jóvenes y el secuestro y venta de niñas (el precio de una novia oscila entre 10.000 y 5.000 rupias –entre 95 y 200 euros) puede convertirse en algo cada vez más habitual.

La ecografía, un arma de doble filo

Paradójicamente, la ecografía ha relegado su función de análisis precoz del feto en beneficio de la mujer para pasar a convertirse en un arma letal contra el conjunto de la población femenina. A pesar de las medidas de las autoridades que prohíben estrictamente el aborto selectivo (el aborto es legal en India desde 1971 hasta la vigésima semana de embarazo bajo cuatro supuestos), existe una complicidad silenciosa de la mayor parte de la población que no sólo tolera la selección prenatal, sino que la practica de forma más o menos encubierta. Bénédicte Manier menciona en su libro Cuando las mujeres hayan desaparecido un estudio publicado en 2006 por la revista médica The Lancet, según el cual unas 500.000 niñas son objeto de eliminación prenatal cada año en India, aunque esta cifra -muy discutida- puede llegar a ser diez veces mayor según otros estudios de campo.

Esta aceptación generalizada ha fomentado la proliferación de clínicas privadas dotadas de equipos de técnicas de diagnóstico prenatal que practican abortos femeninos indiscriminados en los que los 'profesionales' sanitarios, completamente contrarios a la ética médica, han encontrado un auténtico filón. Así, ecografía y aborto constituyen el negocio lucrativo perfecto. Se estima que en India hay registradas entre 30.000 y 35.000 clínicas de este tipo. Hasta los pueblos más remotos gozan de fácil acceso a la ecografía para deshacerse de las niñas obviando las restricciones legales y médicas de los centros homologados estatales. Tan arraigado es el rechazo a las niñas que en muchas ocasiones es la propia dai, la comadrona tradicional, la que se encarga personalmente de matar al bebé si es niña. En otras, a las recién nacidas se las privan de atenciones básicas para provocarles la muerte o se las abandona directamente.

Mujeres no, gracias

En India, el país de los nuevos centros comerciales al estilo occidental contrasta con el de las profundas e inmutables tradiciones feudales. Las mujeres siguen siendo ciudadanas de segundo orden, con menos derechos y libertades que los hombres en una sociedad eminentemente masculina. La mujer ha sido y sigue siendo una carga para los suyos. Traer al mundo una niña sólo trae complicaciones a diferencia de un varón, que preservará el nombre de la familia, cuidará de ella y será, a buen seguro, una fuerza de trabajo mucho mayor. Desde tiempos ancestrales la mujer pasa a ser 'propiedad' de su marido a partir del matrimonio y se supone que se preocupará por la familia política en lugar de por la suya propia. Además, la mujer trae incorporado el inconveniente de la dote, pago, en ocasiones difícil de afrontar, que la familia de la novia tiene que realizar a la del novio.

Las sociedades patriarcales son especialmente violentas con el género femenino. Las presiones a las que se ven sometidas durante el embarazo han favorecido la implantación progresiva de una mentalidad misógina entre las propias mujeres. Cada vez es más frecuente culpabilizar a las madres por dar a luz a una niña y se las martiriza por ello. En ocasiones tienen que soportar palizas, maltratos por parte de la familia e incluso el abandono del marido por no hacer lo que debía, que es parir un varón. Cuando una pareja tiene un niño se la felicita, sin embargo cuando son padres de una niña, se la consuela por tremenda desgracia. Es este contexto, evitar traer al mundo una mujer se puede entender como librar, tanto a madre como a hija, de una vida aún más desdichada.

No hay comentarios: