CARTA DE PRESENTACIÓN DE ASEMIP
Constituye un lema de Igualdad, que se reitera en campañas publicitarias promovidas por sectores feministas que realmente están interesados en la paridad de oportunidades y la no discriminación de sexo, el de que hombres y mujeres han de compartir y distribuir plenamente las funciones y tareas domésticas. Entre ellas, naturalmente, considero como principal la del cuidado y crianza de la prole, aún cuando haya sectores minoritarios, hipócritas pero cómodamente instalados en la doctrina de lo políticamente correcto, lo que facilita económicamente su existencia, que se empeñen en limitar ese significado de Igualdad al hecho de exhibirse en una manifestación con una tabla de planchar.
Hoy en día, y en el devenir de las propias relaciones de pareja bien avenidas, socialmente ese está empezando a asumir y aceptar ese nuevo rol y concepción de la paternidad y maternidad. La vinculación paterna y materna se comienza a entender como un proceso, no tanto impuesto por imperativos biológicos sin como algo querido y deseado.
Una vinculación con base emocional, bilateral y bidireccional entre padres, madres e hijos, interactiva, en la que la relación, el contacto, la cercanía, el afecto, la ternura, el juego ejercen papeles importantes. Una vinculación que se desarrolla en la vida cotidiana y que resulta dinámica, sujeta al devenir de los estadios propios del ciclo vital: la fusión, el desapego, la autonomía y el reequilibrio o reestructuración.
Partiendo de ese sentido no sesgado, igualitario y meritocrático del concepto de parentalidad, se alcanza la premisa de estudio e investigación de que los hijos no son propiedad de su padre ni de su madre y que la ruptura de la relación de pareja de dichos progenitores no ha de implicar la ruptura y orfandad paterna o materna de los hijos. Al respecto, todas las investigaciones indican que la mayoría desea mantener el contacto con el progenitor no custodio y a quien se le limita un contacto habitual, y lo ven como alguien importante y significativo en sus vidas. Lo que también conlleva a que en muchas ocasiones, el cambio de contacto diario a los típicos fines de semana alternos, pueda resultar muy estresante para aquellos hijos e hijas que mantengan un estrecho vínculo afectivo con dicho referente paterno o materno. Hoy en día, se requiere actualizar los estudios e investigaciones, en nuestro País, en materia de parentalidad e interferencias que impiden o dificultan su normal desarrollo y desenvolvimiento tras una situación de conflicto y crisis familiar, pues lo cierto es que los cambios de mentalidad y conciencia social, los actuales hábitos y roles de parentalidad están desterrando la figura del padre como ser periférico en la crianza de los hijos, en un claro y armónico ejemplo, no contaminado, de igualdad y corresponsabilidad en las relaciones de pareja. Esa transformación está empezando, aún cuando muy poco a poco, a tener eco y efecto en la práctica de los Tribunales de Justicia, nunca ajenos a la realidad y contexto en el que aplican La Ley, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado.
Es desde esta perspectiva que un grupo multidisciplinar de profesionales, jueces, abogados, mediadores, profesores de universidad, psicólogos, psiquiatras, sociólogos, educadores, médicos... hemos constituido una Asociación con el claro objetivo de profundizar en las causas y analizar las consecuencias que producen en los hijos, niños y adolescentes, esas variadas situaciones de interferencia parental, sin prejuicios y planteamientos predeterminados, desde el convencimiento de que no nos hemos de limitar a recoger y contar los cadáveres y los deshechos que producen esos dramas humanos y que, a cada uno, desde su experiencia empírica profesional, le llegan a sus sedes judiciales, despachos y gabinetes. Para eso ya están las funerarias y recolectores de despojos, que, hoy en día, en España y en plena guerra civil de género, están obteniendo pingües beneficios.
No, ASEMIP, nace con otra finalidad, menos crematística pero socialmente mucho más digna y gratificante, la de velar por la felicidad de esa infancia en serio riesgo de perder su identidad, el bienestar de su presente y la paz de su futuro. Todo ello desde el enfoque realmente igualitario de que, en esas situaciones, tan responsables pueden ser los padres como las madres, pues en cuestión de odio, resentimiento, despecho, deseo de venganza, maltrato infantil y utilización y manipulación de los hijos, no pueden hacerse distingos y exención de conductas. Como ya he reiterado, a fin de cuentas, la mala leche no tiene sexo. Evidencia que, pese a todo, hay quien está interesado en negar, puesto que el negocio es el negocio.
FRANCISCO SERRANO CASTRO. PRESIDENTE DE ASEMIP
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