jueves, abril 3
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SUFRIMIENTO INJUSTO!! CRUELAD CONSENTIDA
Lo que vais a leer es fuerte!! de verdad!! pues es un pequeño sufrimiento comparado con aquellos que se ven es la misma situación. ..pero con el agravante de una denuncia y encima FALSA, dónde previamente han sido humillados y arrestados en un calabozo abominable durante dias..y que les dejará marcados toda su vida
Quisiera que alguien me explicase dónde están mis derechos y por qué no existe esa igualdad por la que llevamos luchando muchos años, hombres y mujeres. Porque de qué sirve que la sociedad evolucione y que los tiempos cambien, si las personas de las que depende la justicia de este país siguen con la mentalidad de años atrás.
Nuestra sociedad ha cambiado mucho respecto en los últimos 20 años. Hoy por hoy, en una familia, tanto la mujer como el hombre trabajan fuera de su casa, compartiendo así la carga económica y teniendo que llegar a un acuerdo entre los dos para poder llevar el trabajo, la casa y los hijos.
Éste es mi caso. Me casé con 27 años y junto a mi mujer decidimos formar una familia con lo que eso conlleva, teniendo en cuenta que era necesario que los dos siguiéramos trabajando.
Tuvimos la primera niña y nuestra vida cambio por completo, tanto para mi mujer como para mi. Todo paso a un segundo plano, porque lo más importante era nuestra hija.
Aprendimos juntos lo que suponía ser padres, pasar las noches en vela cuando estaba malita o saber lo que había que hacer en cada situación nueva para nosotros, ya que nadie te enseña a ser padres y tienes que aprender por ti mismo.
Cuando mi hija tenía tres años, llegó mi segundo hijo. Con el segundo todo es distinto, ya que tienes más experiencia y desaparecen esos miedos que tienes con el primero, pero asumes una nueva responsabilidad.
Nuestras vidas cambiaron, teníamos nuestros trabajos y la responsabilidad de dos niños que asumimos de igual modo, tanto su madre como yo: sus cuidados, su educación, su bienestar, sus necesidades, sus juegos. No podría entenderlo de otro modo, ya que cuando decidimos tenerlos, lo decidimos los dos.
Una decisión que lo cambia todo
Todo cambia un día cuando al levantarte, tu mujer te dice que ya no te quiere, tu vida se derrumba a tus pies, sin explicarte qué es lo que has hecho mal. A partir de ese momento, todo cambia para ti.
En un primer momento intentas que todo se solucione, que las cosas vuelvan a ser como antes, pero te das cuenta que no puede ser.
Cuando llega el momento de la separación, lo único importante para mi son mis hijos por lo que intento llegar a un acuerdo con mi mujer para tener la custodia compartida y así poder seguir ejerciendo de padre, siendo participe de su desarrollo y educación, tal y como había sido hasta ese momento. Su respuesta es negativa, pero además te das cuenta que no conoces a la persona con la que has estado compartiendo mas de 15 años de tu vida, y de repente pasas del 50% al 0%, en todo.
A pesar de su negativa y coincidiendo con la nueva ley del divorcio exprés y la custodia compartida, decido luchar por la custodia compartida de mis hijos, porque creo que me necesitan de igual modo que a su madre y porque asumí una responsabilidad muy grande cuando decidí tenerlos, y esa decisión es para toda la vida.
Antes del juicio, tuve que pasar una evaluación llamada psicosocial, en la que tuve que demostrar ante un psicólogo y un asistente social que soy un buen padre y que estoy capacitado para cuidar a mis dos hijos de 10 y 7 años.
Además de mi evaluación, hicieron pasar a mis dos hijos por lo mismo, para poder corroborar todo lo que yo les había dicho. Su madre también paso por la misma evaluación por petición de ella, ya que una mujer no necesita demostrar que es una buena madre.
Cuando los evaluadores recomiendan la custodia compartida...
El informe obtenido después de la evaluación psicosocial determinaba que, en nuestro caso concreto, la custodia compartida era recomendable para el bienestar de nuestros hijos y su evolución.
Según solicito mi mujer, hubo un primer juicio para determinar medidas cautelares. Una vez salió la sentencia de las medidas cautelares, la jueza determinó que los niños estarían lunes, miércoles con la madre, martes y jueves conmigo, y fines de semana alternos.
Estas medidas duraron varios meses hasta que salió el juicio. Durante estos meses, mis hijos estuvieron encantados con esta nueva situación, influyendo favorablemente en su evolución diaria y escolar.
El día del juicio, yo estaba relativamente tranquilo, porque las personas más capacitadas para determinar que es lo mejor para mis hijos me daban la razón y consideraban que mis hijos necesitan a su madre y a su padre en la misma medida, como así lo considero la fiscal y la jueza en una primera sentencia, por lo que considere que no habría cambios.
... y una sentencia determina lo contrario
Una vez recibida la sentencia, mi sorpresa fue, que la jueza que instruyó el caso y que sentenció en una primera vista las medias cautelares, citadas anteriormente, determina que la custodia es para la madre, limitando mi derecho a ejercer de padre en una hora, dos días a la semana y un fin de semana cada quince días.
Decido recurrir la sentencia, porque creo que la jueza no ha tenido en cuenta la recomendación del psicólogo y que ella sabrá mucho de leyes, pero no lo que es mejor para mis hijos, además de que su sentencia es contradictoria a la anterior.
Pasaron diez largos meses, en los que tuve que acatar la decisión de la juez, hasta que salió la resolución del recurso. Esta vez, estaba convencido de que los jueces que revisaran el caso, interpondrían lo que era mejor para mis hijos sobre los intereses de su madre, teniendo en cuenta el informe favorable a la custodia compartida, emitido por la única persona capacitada para determinar este hecho. Me equivoqué de nuevo, y tres jueces determinan que la custodia es para su madre, aludiendo que me la niegan al no estar de acuerdo la madre.
Digo yo, si mi ex mujer y yo hubiéramos estado de acuerdo en la custodia compartida de nuestros hijos, no hubiéramos tenido que recurrir a la justicia para que consideraran que es lo más justo. En este sentido, ¿es lo más justo lo que los jueces han determinado?, ¿el argumento que han dado para tomar la decisión, es el más justo?, ¿dónde esta la justicia?. Yo, sinceramente, creo que no existe. O al menos no se ha hecho conmigo. Conozco mis obligaciones y las cumplo, pero ¿dónde están mis derechos como persona, y como padre, o el derecho de mis hijos a tener un padre?
Cómo explicar a un niño de siete años, cuando te insiste en que quiere estar más tiempo conmigo, que según la decisión del juez debe estar con su madre, que no es porque yo no quiera estar más tiempo con él, si no porque tengo que cumplir con lo que un juez ha determinado, sin importarle lo que mi hijo quiere o necesita.
Padre comprometido
Quiero ser el padre de mis hijos, no ese señor que los recoge cada 15 días y que cada vez sabe menos de ellos.
Todos sabemos que el roce hace el cariño y que los niños tienen la memoria corta, que toda relación esporádica se enfría y esa complicidad que tengo con ellos, se pierde. No quiero compartir un rato de juegos con ellos, ¡ME NIEGO! Quiero ser su padre, poderles preguntar que tal en el cole, poder ayudarles a hacer los deberes, poder compartir sus aficiones, poder cuidarles cuando están malos, poder regañarles cuando hacen algo mal, poder bañarles, en conclusión, poder educarles.
¿No estamos luchando por una igualdad entre hombres y mujeres?, ¿dónde esta esa igualdad?, cuando he perdido a mi familia, mis hijos, mi casa y la posibilidad de rehacer mi vida, ya que económicamente voy a depender de mis padres para poder vivir.
De qué sirve que las leyes se cambien, si los jueces no las aplican.
Sinceramente creo que algo estamos haciendo mal, que no existe igualdad y que las decisiones de los jueces no están acorde con la realidad que estamos viviendo.
Hace unos años, se beneficiaba a la mujer en un proceso de separación, porque ejercía de ama de casa, llevando la responsabilidad de la educación y el cuidado de los niños, ellas solas, y dependían de su marido económicamente. Lo más justo era que la situación siguiera siendo lo más parecida hasta el momento de la separación. Hoy en día la realidad es otra bien distinta: los dos trabajan fuera de casa y los dos comparten la responsabilidad y el cuidado de los niños, o por lo menos es mi caso. Y me pregunto: ¿por qué sigue siendo favorable a la mujer todo lo relacionado a la separación, tanto emocional como económicamente?, ¿tienen más derechos por ser mujer que un hombre?, ¿de qué igualdad se habla?
Decepción y búsqueda de justicia
Quien me iba a decir a mi, que cuando decidí tener a mis hijos, que después de quererlos como a nada en este mundo, después de cuidarlos, educarlos y necesitarles, porque sin ellos mi vida ya nunca va a ser lo mismo, que con los años alguien ajeno a su madre y a mi mismo iba a decidir cuándo puedo estar con ellos.
Me gustaría que esos jueces de quien depende LA VIDA de otras personas, reflexionaran y tuvieran en cuenta las circunstancias de cada caso, así como la repercusión de su decisión y, sobre todo, los derechos de los niños. Porque, ¿quién va a querer lo mejor para el bienestar de un niño que un padre comprometido?, ¿quién va a querer mejor que yo a mis propios hijos?
Ángel Ruiz Miguelez.-
Quisiera que alguien me explicase dónde están mis derechos y por qué no existe esa igualdad por la que llevamos luchando muchos años, hombres y mujeres. Porque de qué sirve que la sociedad evolucione y que los tiempos cambien, si las personas de las que depende la justicia de este país siguen con la mentalidad de años atrás.
Nuestra sociedad ha cambiado mucho respecto en los últimos 20 años. Hoy por hoy, en una familia, tanto la mujer como el hombre trabajan fuera de su casa, compartiendo así la carga económica y teniendo que llegar a un acuerdo entre los dos para poder llevar el trabajo, la casa y los hijos.
Éste es mi caso. Me casé con 27 años y junto a mi mujer decidimos formar una familia con lo que eso conlleva, teniendo en cuenta que era necesario que los dos siguiéramos trabajando.
Tuvimos la primera niña y nuestra vida cambio por completo, tanto para mi mujer como para mi. Todo paso a un segundo plano, porque lo más importante era nuestra hija.
Aprendimos juntos lo que suponía ser padres, pasar las noches en vela cuando estaba malita o saber lo que había que hacer en cada situación nueva para nosotros, ya que nadie te enseña a ser padres y tienes que aprender por ti mismo.
Cuando mi hija tenía tres años, llegó mi segundo hijo. Con el segundo todo es distinto, ya que tienes más experiencia y desaparecen esos miedos que tienes con el primero, pero asumes una nueva responsabilidad.
Nuestras vidas cambiaron, teníamos nuestros trabajos y la responsabilidad de dos niños que asumimos de igual modo, tanto su madre como yo: sus cuidados, su educación, su bienestar, sus necesidades, sus juegos. No podría entenderlo de otro modo, ya que cuando decidimos tenerlos, lo decidimos los dos.
Una decisión que lo cambia todo
Todo cambia un día cuando al levantarte, tu mujer te dice que ya no te quiere, tu vida se derrumba a tus pies, sin explicarte qué es lo que has hecho mal. A partir de ese momento, todo cambia para ti.
En un primer momento intentas que todo se solucione, que las cosas vuelvan a ser como antes, pero te das cuenta que no puede ser.
Cuando llega el momento de la separación, lo único importante para mi son mis hijos por lo que intento llegar a un acuerdo con mi mujer para tener la custodia compartida y así poder seguir ejerciendo de padre, siendo participe de su desarrollo y educación, tal y como había sido hasta ese momento. Su respuesta es negativa, pero además te das cuenta que no conoces a la persona con la que has estado compartiendo mas de 15 años de tu vida, y de repente pasas del 50% al 0%, en todo.
A pesar de su negativa y coincidiendo con la nueva ley del divorcio exprés y la custodia compartida, decido luchar por la custodia compartida de mis hijos, porque creo que me necesitan de igual modo que a su madre y porque asumí una responsabilidad muy grande cuando decidí tenerlos, y esa decisión es para toda la vida.
Antes del juicio, tuve que pasar una evaluación llamada psicosocial, en la que tuve que demostrar ante un psicólogo y un asistente social que soy un buen padre y que estoy capacitado para cuidar a mis dos hijos de 10 y 7 años.
Además de mi evaluación, hicieron pasar a mis dos hijos por lo mismo, para poder corroborar todo lo que yo les había dicho. Su madre también paso por la misma evaluación por petición de ella, ya que una mujer no necesita demostrar que es una buena madre.
Cuando los evaluadores recomiendan la custodia compartida...
El informe obtenido después de la evaluación psicosocial determinaba que, en nuestro caso concreto, la custodia compartida era recomendable para el bienestar de nuestros hijos y su evolución.
Según solicito mi mujer, hubo un primer juicio para determinar medidas cautelares. Una vez salió la sentencia de las medidas cautelares, la jueza determinó que los niños estarían lunes, miércoles con la madre, martes y jueves conmigo, y fines de semana alternos.
Estas medidas duraron varios meses hasta que salió el juicio. Durante estos meses, mis hijos estuvieron encantados con esta nueva situación, influyendo favorablemente en su evolución diaria y escolar.
El día del juicio, yo estaba relativamente tranquilo, porque las personas más capacitadas para determinar que es lo mejor para mis hijos me daban la razón y consideraban que mis hijos necesitan a su madre y a su padre en la misma medida, como así lo considero la fiscal y la jueza en una primera sentencia, por lo que considere que no habría cambios.
... y una sentencia determina lo contrario
Una vez recibida la sentencia, mi sorpresa fue, que la jueza que instruyó el caso y que sentenció en una primera vista las medias cautelares, citadas anteriormente, determina que la custodia es para la madre, limitando mi derecho a ejercer de padre en una hora, dos días a la semana y un fin de semana cada quince días.
Decido recurrir la sentencia, porque creo que la jueza no ha tenido en cuenta la recomendación del psicólogo y que ella sabrá mucho de leyes, pero no lo que es mejor para mis hijos, además de que su sentencia es contradictoria a la anterior.
Pasaron diez largos meses, en los que tuve que acatar la decisión de la juez, hasta que salió la resolución del recurso. Esta vez, estaba convencido de que los jueces que revisaran el caso, interpondrían lo que era mejor para mis hijos sobre los intereses de su madre, teniendo en cuenta el informe favorable a la custodia compartida, emitido por la única persona capacitada para determinar este hecho. Me equivoqué de nuevo, y tres jueces determinan que la custodia es para su madre, aludiendo que me la niegan al no estar de acuerdo la madre.
Digo yo, si mi ex mujer y yo hubiéramos estado de acuerdo en la custodia compartida de nuestros hijos, no hubiéramos tenido que recurrir a la justicia para que consideraran que es lo más justo. En este sentido, ¿es lo más justo lo que los jueces han determinado?, ¿el argumento que han dado para tomar la decisión, es el más justo?, ¿dónde esta la justicia?. Yo, sinceramente, creo que no existe. O al menos no se ha hecho conmigo. Conozco mis obligaciones y las cumplo, pero ¿dónde están mis derechos como persona, y como padre, o el derecho de mis hijos a tener un padre?
Cómo explicar a un niño de siete años, cuando te insiste en que quiere estar más tiempo conmigo, que según la decisión del juez debe estar con su madre, que no es porque yo no quiera estar más tiempo con él, si no porque tengo que cumplir con lo que un juez ha determinado, sin importarle lo que mi hijo quiere o necesita.
Padre comprometido
Quiero ser el padre de mis hijos, no ese señor que los recoge cada 15 días y que cada vez sabe menos de ellos.
Todos sabemos que el roce hace el cariño y que los niños tienen la memoria corta, que toda relación esporádica se enfría y esa complicidad que tengo con ellos, se pierde. No quiero compartir un rato de juegos con ellos, ¡ME NIEGO! Quiero ser su padre, poderles preguntar que tal en el cole, poder ayudarles a hacer los deberes, poder compartir sus aficiones, poder cuidarles cuando están malos, poder regañarles cuando hacen algo mal, poder bañarles, en conclusión, poder educarles.
¿No estamos luchando por una igualdad entre hombres y mujeres?, ¿dónde esta esa igualdad?, cuando he perdido a mi familia, mis hijos, mi casa y la posibilidad de rehacer mi vida, ya que económicamente voy a depender de mis padres para poder vivir.
De qué sirve que las leyes se cambien, si los jueces no las aplican.
Sinceramente creo que algo estamos haciendo mal, que no existe igualdad y que las decisiones de los jueces no están acorde con la realidad que estamos viviendo.
Hace unos años, se beneficiaba a la mujer en un proceso de separación, porque ejercía de ama de casa, llevando la responsabilidad de la educación y el cuidado de los niños, ellas solas, y dependían de su marido económicamente. Lo más justo era que la situación siguiera siendo lo más parecida hasta el momento de la separación. Hoy en día la realidad es otra bien distinta: los dos trabajan fuera de casa y los dos comparten la responsabilidad y el cuidado de los niños, o por lo menos es mi caso. Y me pregunto: ¿por qué sigue siendo favorable a la mujer todo lo relacionado a la separación, tanto emocional como económicamente?, ¿tienen más derechos por ser mujer que un hombre?, ¿de qué igualdad se habla?
Decepción y búsqueda de justicia
Quien me iba a decir a mi, que cuando decidí tener a mis hijos, que después de quererlos como a nada en este mundo, después de cuidarlos, educarlos y necesitarles, porque sin ellos mi vida ya nunca va a ser lo mismo, que con los años alguien ajeno a su madre y a mi mismo iba a decidir cuándo puedo estar con ellos.
Me gustaría que esos jueces de quien depende LA VIDA de otras personas, reflexionaran y tuvieran en cuenta las circunstancias de cada caso, así como la repercusión de su decisión y, sobre todo, los derechos de los niños. Porque, ¿quién va a querer lo mejor para el bienestar de un niño que un padre comprometido?, ¿quién va a querer mejor que yo a mis propios hijos?
Ángel Ruiz Miguelez.-
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