martes, marzo 27, 2007

Carta por un divorcio de Infidelidad

Estimada Cristina:

Ayer recibí una misiva de tu abogado donde me invitaba a enumerar los bienes comunes, con el fin de comenzar el proceso de disolución de nuestro vínculo matrimonial.

A continuación te remito dicha lista, para que puedas solicitar la certificación al Notario (...)(...) y tener listos todos los escritos antes de la comparecencia ante el tribunal.

Como verás, he dividido la lista en dos partes. Básicamente, un apartado con las cosas de nuestros cinco años de matrimonio con las que me gustaría quedarme y otra con las que te puedes quedar tú.


Para cualquier duda o comentario, ya sabes que puedes llamarme al teléfono de la oficina (de ocho a cuatro) o al móvil (hasta las once) y estaré encantado de repasar la lista contigo.

COSAS QUE DESEO CONSERVAR:

- La carne de gallina que salpicó mis antebrazos cuando te vi por primera vez en la oficina.
- El leve rastro de perfume que quedó flotando en el ascensor una mañana, cuando te bajaste en la segunda planta, yo aún no me atrevía a dirigirte la palabra.
- El movimiento de cabeza con el que aceptaste mi invitación a cenar.
- La mancha de rimel que dejaste en mi almohada la noche que por fin dormimos juntos.
- La promesa de que yo sería el único que besaría la constelación de pecas de tu pecho.
- El mordisco que dejé en tu hombro y tuviste que disimular con maquillaje porque tu vestido de novia tenía un escote de palabra de honor.
- Las gotas de lluvia que se enredaron en tu pelo durante nuestra Luna de miel en Londres.
- Todas las horas que pasamos mirándonos, besándonos, hablando y tocándonos.
(También las horas que pasé simplemente soñando o pensando en ti).

COSAS QUE PUEDES CONSERVAR TÚ:

- Los silencios.
- Aquellos besos tibios y emponzoñados, cuyo ingrediente principal era la rutina.
- El sabor acre de los insultos y reproches.
- La sensación de angustia al estirar la mano por la noche para descubrir que tu lado de la cama estaba vacío.
- Las nauseas que trepaban por mi garganta cada vez que notaba un olor extraño en tu ropa.
- El cosquilleo de mi sangre pudriéndose cada vez que te encerrabas en el baño a hablar por teléfono con él.
- Las lágrimas que me tragué cuando descubrí aquel arañazo ajeno en tu ingle.
- Jorge y Cecilia... Los nombres que nos gustaban para los hijos que nunca llegamos a tener.
Con respecto al resto de objetos que hemos adquirido y compartido durante nuestro matrimonio (el coche, la casa, etc) solo comunicarte que puedes quedártelos todos. Al fin y al cabo sólo son eso:... objetos.
Por último, recordarte el n º de teléfono de mi abogado (.......) para que tu letrado pueda contactar con él y ambos se ocupen de presentar el escrito de divorcio para ratificar nuestro convencimiento.
Afectuosamente,
Roberto.

NOTA: Ganadora del III Concurso Antonio Villalba de Cartas de Amor. Si deseas reenviarlo, no modifiques ni borres, hazlo tal cual lo recibes.
Gracias

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pilar Rahola desenmascara l'antisemitisme genocida dels cristianonazis

Lo que quise decir, y sostengo, es que el antisemitismo cristiano de siglos fue clave en la creación de un estigma judeofobo que, al final del camino, desembocó en Auschwitz. Es decir, que no se puede entender el antisemitismo nazi si previamente no analizamos críticamente el antisemitismo cristiano de siglos. Un antisemitismo que empezó a mostrarse, ciertamente, en la España medieval, y que contaminó la historia de Europa. El antisemitismo cristiano polaco formó parte de esta contaminación, en algunos momentos, de forma muy relevante. A partir de aquí, por supuesto, hubo de todo: polacos víctimas -entre ellos los polacos judíos-, polacos resistentes y grandes luchadores, y polacos colaboracionistas. Pero recordar la lucha polaca contra los nazis no invalida el fuerte antisemitismo polaco que aún recuerdan, con dolor, muchos supervivientes de la Shoá. Y que explica la tragedia del pogromo de Kielce. Si eso es el pasado, la preocupación por un creciente antisemitismo actual, incluso referenciado en el informe del Parlamento Europeo sobre xenofobia, es el presente. En Polonia está resurgiendo el antisemitismo, a pesar de que casi no viven judíos. Me remito a los estudios oficiales, a la preocupación del Vaticano por las soflamas enloquecidas de Radio María, al antisemitismo desaforado de Tadeuz Rydzyk, a los discursos de algunos líderes de la Liga de las Familias Polacas (hoy en el Gobierno), e incluso a la encuesta que, en su momento, hizo el American Jewish Committee. Polonia preocupa respecto a esta cuestión. Lamentablemente, no es una opinión, es un dato.