viernes, junio 15, 2007

La mafia inmobiliaria ya aparece en la Biblia

Te voy a contar una historia sobre Acab que fue rey de Samaria (1º Reyes 21).
Cuenta la Escritura que el rey Acab se encaprichó con un pequeño terreno que había cerca de su palacio y que pertenecía a un tal Nabot. El rey le propuso comprárselo y Nabot no accedió porque era una herencia de sus padres.
Muy triste llegó el rey a su palacio. Por lo visto, el pobre hombre quería tener la viña de Nabot y sembrar allí legumbres. ¡Como si el rey no tuviera nada que comer! Así que enfurruñado como si de un niño consentido se tratara, se fue a la cama sin comer. ¡Pobrecito!.
Pero, querido diario, aquí viene su esposa. Una señora de armas tomar. Que ya puso en "jaque" a todo un profeta como Elías. Pues esta "buena" señora, no se le ocurre otra cosa que confabular contra Nabot para que le maten, y así el pobrecito rey Acab tendría su terrenito para sembrar sus legumbres. ¡Qué triste testimonio de un rey, y que triste tener como compañera a alguien como Jezabel!
Y al final lo consigue. Con el beneplácito de unos corruptos,… ¡pero lo consigue!
¿Y crees querido diario que esta historia de la Biblia es antigua? No, claro que no.
Hoy lo llamaríamos especulación urbanística con influencias sociales y aprobación política ante la ejecución de un delincuente (¡ufff….., me ha costado!).
Todos ganaron algo menos el pobre Nabot.
Eso me trae a la reflexión de cómo parte de nuestra sociedad moderna (la más pequeña) especula, domina y esclaviza a toda una parte de nuestros ciudadanos (la mas grande) para obtener de ellos sustanciosos beneficios económicos. Sin tener en cuenta el sufrimiento y dolor que produce.
Y me pregunto: ¿Es ético para un cristiano participar en este tipo de negocios? Y no me refiero solamente al de la especulación inmobiliaria, sino a tantos que abiertamente condenaríamos pero que están encubiertos como bolsa, acciones, inversiones, etc.
Dios nos libre, querido diario, de que al menos conscientemente participemos en este tipo de esclavitud moderna. Porque el Dios en quién he creído, es justo Juez y dará a cada uno lo que le corresponde.
El castigo de Acab y Jezabel debería de hacerme pensar dos veces antes de colaborar con una sociedad que no solo se aparta de Dios, sino que esclaviza, roba y mata a su prójimo. Ejemplo: ¡Cualquier guerra!

No hay comentarios: