http://www.elconfidencial.com/cache/2008/06/14/83_carta_abierta_bibiana_troglodita_desorientado.html
Estimada Bibi:
No te importará que te tutee ahora que, gracias a ti y a ese gran hombre llamado a dirigir los destinos del mundo y que ha inundado de paz y de amor nuestros corazones, o sea, Rodríguez, somos todos iguales. Verás, te escribo porque de tus últimas afirmaciones sobre la naturaleza humana masculina he podido percibir una cierta desafección hacia mi sexo, una especie de 'grima' hacia todo lo que tenga barba (aunque se la afeite), beba cerveza de barril, le guste el fútbol y le cuelgue un aparato reproductor entre las piernas –aclaro esto último porque las tres primeras características hay mujeres que las cumplen, incluida la de la barba-, e incluso da la impresión de que nos observas como el que observa a un ejemplar de australopitecus, es decir, vulgares trogloditas de la era de los Picapiedra. Yo te lo digo porque, en fin, sin querer desmerecer los méritos de toda una señora miembra del Gobierno, a lo mejor lo tuyo puede incluso tener arreglo. Por cierto, un inciso, ¿ahora mis piernas son miembras de mi cuerpo serrano y los pies miembros, o sigue todo igual como hasta ahora? Es por aclarar.
Verás, Bibi, es que he visto lo del teléfono este que se te ha ocurrido para hombres en apuros y no sé por qué me da a mí que, de entrada, el nombre de tu Ministerio está mal elegido, y en lugar de Ministerio de Igualdad debería llamarse Ministerio para
¿Te das cuenta de cómo la vida está llena de tópicos? Mujer, mona y rubia... será tonta. Hombre: solo le gusta el fútbol y las tías. Si fuera así, es lógico pretender eso que tu llamas un nuevo modelo de masculinidad, pero lo segundo es tan tópico como lo primero. Y si lo primero es un ejemplo de machismo, lo segundo lo es de un feminismo desorientado. Nadie niega que hombres y mujeres sean iguales –con la excepción hecha del aspecto biológico- y que, por lo tanto, y a eso debería de dedicarse tu Ministerio, deben tener los mismos derechos y, sobre todo, las mismas oportunidades –también los mismos deberes, obviamente-... Como tampoco niega nadie que dentro de esa igualdad existe una desigualdad física que hace que el hombre en el 90% de los casos sea más fuerte que la mujer y que, por lo tanto, ésta deba tener una protección añadida cuando está expuesta a la violencia de su pareja. Y que la certeza de que existe ese fenómeno que hemos llamado violencia o terrorismo doméstico debe conducir a una mejor educación de los niños en el respeto al otro sexo y, perdona la cursilería, en el amor.
Pero te equivocas de lado a lado si piensas que con un teléfono de la esperanza vas a arreglar las cosas. Mira, para cuando tu cambies el primer pañal de un hijo tuyo, yo y otros miles de hombres como yo nos habremos manchado las manos de 'caca' cientos de veces, nos habremos quedado hasta las tantas de la noche recogiendo la cocina y preparando los biberones y eso después de haber dejado hecha la cena de los niños y, si no comen en el colegio, el almuerzo del día siguiente... Y habremos dedicado parte del día a cumplir la lista de recados que nuestras parejas nos habrán dejado sobre la mesa antes de salir de casa por la mañana porque ellas entran a trabajar media hora antes que nosotros, le habremos explicado a la chica cómo se usa la fregona y cómo se hacen las camas, atenderemos al técnico de la lavadora que viene a cambiar el tambor porque se ha roto y sí, es verdad, tendremos que preguntar qué cantidad de detergente hay que poner en el cubilete porque por alguna antropológica razón por mucho que nos digan como funciona la lavadora, no somos capaces de comprenderla. Pero con el lavavajillas nos llevamos estupendamente.
Lo que quiero decirte con esto -y perdona, si te ha molestado, la broma del principio-, es que no vamos a cambiar porque un Gobierno que ha hecho de la ideología de género un peligroso dogma que amenaza al propio sistema de libertades se empeñe en convertirnos a su 'nueva masculinidad'. Ya hemos cambiado, y ha sido por necesidad. Nuestros padres no cambiaron ni un solo pañal a sus hijos, pero a nosotros no sólo nos ha tocado cambiar pañales sino que, muchas veces, tenemos que suplir a nuestras parejas en algo que parecía más difícil pero de lo que hemos aprendido mucho más, infinitamente más que con cualquier teléfono de atención al hombre desesperado: darles cariño a nuestros hijos, atenderles, estar pendientes de ellos. Eso, perdona querida Bibi, no hay Gobierno, ni ministra, ni ministro que pueda enseñárnoslo por mucho que se empeñe. Ni tú ni nadie podrá explicarnos nunca lo que se siente cuando tienes entre tus manos a un bebé que te mira buscando tu protección mientras le enjabonas en su bañera. Solo la experiencia por necesidad es capaz, ha sido capaz, de hacernos comprender lo que nos estábamos perdiendo cuando aceptábamos que la sociedad se dividía en hombres-cabeza de familia y mujeres-madres.
¿La nueva masculinidad? No sabes de lo que estás hablando, querida Bibi. No tienes ni idea de lo que pasa por nuestra cabeza, de cuáles son nuestros temores ante los cambios que hemos sufrido en tan poco tiempo, cambios por otra parte necesarios e inevitables. Y con esto no pretendo compasión alguna, pero sí una lógica comprensión en lugar de esa especie de odio africano que las féminas del Gobierno de Rodríguez destilan hacia la inmensa mayoría de los mortales masculinos de este país, sobre todo si son votantes del PP. Mira, Bibi, desde el más absoluto respeto a tu condición de mujer y de ministra, no entiendo para qué narices sirve tu Ministerio, porque si de lo que se trata es de meternos el dedo en el ojo a los hombres, no creo que sea una política acertada por pecar del mismo ismo del que acusáis a los hombres; y si de lo que se trata es de desviar la atención de los graves problemas que tiene este país, es posible que trampas como esta de la igualdad os funcionaran en la pasada legislatura, pero tengo para mí que ahora la gente está bastante descontenta y muy escarmentada de las mentiras de tu jefe, y dudo que ahora montar líos como el del teléfono de marras o llamar machistas a los académicos de
Un consejo final. Hay muchos problemas de desigualdad en este país: entre territorios, entre ciudadanos de distintas comunidades, entre clases, entre nacionales y extranjeros... Y muchos de esos problemas los ha creado este Gobierno al que tanto se le llena la boca de palabras bonitas. Empieza por hacer frente a esos problemas y buscarles solución, y sigue por poner orden en tu propia casa, porque no es de recibo que en tu partido haya gente condenada por malos tratos a su pareja que sigan en activo, o que Alfonso Guerra se permita minimizar algo tan grave como la violencia doméstica sin que tú no plantees de inmediato su expulsión del partido... Es que, de lo contrario, nunca serás creíble, y mira que yo pienso que tienes mucho futuro por delante...
Con aprecio.
Alfonso Guerra en Youtube: http://es.youtube.com/watch?v=bTwW27q56gw
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