Abc.es / 22.10.2007
http://www.abc.es/20071022
POR D. MARTÍNEZ
ALICANTE. No les pusieron la mano encima a su pareja, pero fueron detenidos y juzgados por ello. La Ley Integral contra la Violencia de Género, que entró en vigor en 2005, se convierte en algunos casos en una argucia judicial, especialmente -aunque no sólo- en procesos de divorcio.
Esta práctica, contra la que han mostrado una abierta repulsión distintas asociaciones de mujeres maltratadas -que consideran que al recurrir a las denuncias falsas para tomar ventaja en un proceso de divorcio se banalizan los verdaderos malos tratos-, abogados de familia y algunos fiscales, fue la que sufrió en sus carnes Jorge (nombre supuesto), un alicantino de veintiséis años de edad al que su ex pareja denunció por una agresión física inexistente.
En su caso, el juez lo declaró inocente, al no presentar su ex pareja ninguna prueba ni testigo de cargo, e incurrir en diversas contradicciones en su declaración. Sin embargo, algunos procesados por malos tratos han necesitado de una segunda instancia para demostrar su inocencia. Es decir, pese a que se les declaró inocentes, lo fueron tras recurrir un primer fallo en el que habían sido condenados.
Cuatro de cada diez
Según los datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), un 40 por ciento de los enjuiciados por malos tratos en los juzgados de lo Penal son absueltos. Esta estadística, que abarca el periodo comprendido entre la entrada en vigor de la Ley y el pasado mes de marzo, recoge también un 20 por ciento de absoluciones en los juzgados de la Mujer -que realizan las instrucciones y juzgan sólo las faltas y los casos en que el acusado muestra su conformidad con la solicitud de condena-.
Así, los jueces de lo Penal -que entienden de aquellos casos en los que por el supuesto maltrato el fiscal solicita penas de cárcel- han considerado inocentes, o concluido que no existen suficientes elementos probatorios que desvirtúen su presunción de inocencia, a cuatro de cada diez hombres acusados de malos tratos desde la entrada en vigor de la Ley Integral.
Este porcentaje se reduce, no obstante, en el caso de las audiencias provinciales, que juzgan los delitos más graves, por los que se solicite una condena superior a los cinco años de cárcel. Según los mismos datos, en este supuesto sólo se absuelve a uno de cada diez procesados.
«No entendía nada»
La pesadilla de Jorge se remonta a las pasadas Navidades. El joven, que tenía un hijo en común de pocos meses de edad con su ex pareja, se vio de pronto en una celda sin poder asimilar lo sucedido. Un día antes había mantenido una discusión con la madre de su hija. Tras la pelea, «por una tontería», su novia le dijo que volvía a casa de sus padres.
El joven pensó que «era una simple discusión, y que prefería tenerme lejos unos días, pero que podríamos solucionarlo». De hecho, le envió a la mujer un mensaje de texto al móvil -una de las pruebas que presentó en el juicio- para preguntarle «si quería que llevara al niño a casa de sus padres», que se encargaban de él por las tardes.
No le respondió. En su lugar, una pareja de la Guardia Civil se presentó en su casa para detenerle por presuntos malos tratos. «No entendía nada», recuerda, pero facilitó las cosas «para no empeorar mi situación», y pasó la noche en el cuartel. Tras su paso a disposición judicial, se encontró con una orden de alejamiento cautelar y un juicio rápido fijado días después.
En la vista su ex pareja sólo presentó como prueba su propia declaración -un golpe que durante el interrogatorio se convirtió en un empujón, y que Jorge niega-. Ni parte de lesiones, ni testigos.
Las imprecisiones de la supuesta víctima, la ausencia de pruebas y el mensaje de texto convencieron al fiscal, que retiró los cargos. Jorge fue absuelto, y declarado expresamente inocente.
«No es la Ley, sino su uso»
Su abogado, de oficio, le aconsejó querellarse a su vez contra la joven por denuncia falsa. El objetivo: reclamar la custodia del pequeño. Sin embargo, Jorge declinó esta posibilidad. «No tengo nada contra ella, y nos teníamos que seguir viendo por el niño».
Pese al mal trago, el joven no cuestiona la Ley Integral contra la Violencia de Género. «No es la ley, sino el uso que mi ex pareja hizo de ella, quizá en un momento de ofuscación por la rabia». Sea como fuere, recuerda la experiencia como «algo terrible». Una ley creada para evitar un infierno a las mujeres maltratadas hizo pasar otro a un hombre que no era un maltratador.
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