- Asegura que "él no es de piedra".
- El fiscal y la acusación particular solicitaron para el procesado un total de cuatro años y nueve meses de prisión.
- "Iba con muy poca ropa por casa y me estuvo tanteando, y yo como no soy de piedra...", alegó José Ramón C.E.
El Ministerio Fiscal y la acusación particular solicitaron una pena global de cuatro años y nueve meses de prisión para José Ramón C.E, junto con el pago de 6.000 euros de indemnización, como autor de un delito de agresión sexual y otro de lesiones cometidos sobre su propia esposa, a la que en agosto de 2007 causó distintos hematomas al intentar consumar el acto contra su voluntad aprovechando que los hijos de ambos se habían ausentado de casa para pasar las vacaciones con los abuelos.
Iba con muy poca ropa por casa y me estuvo tanteando
Los hechos analizados por la Audiencia de Valladolid se produjeron en la noche del día 3 de agosto de 2007 en el domicilio que compartía la pareja, que llevaba diecisiete años de matrimonio y que no atravesaba por su mejor momento, hasta el punto de que desde hacía tiempo no mantenían relaciones sexuales y ella había optado por dormir en la habitación de sus hijos.
Sin embargo, el procesado explicó que el día de autos intentó consumar el acto con su esposa al percatarse de que ésta se dejaba querer. "Iba con muy poca ropa por casa y me estuvo tanteando, y yo como no soy de piedra...", alegó José Ramón C.E, quien añadió que decidió entrar en la habitación de sus hijos, donde se hallaba su pareja, la cogió en brazos, la llevó a su dormitorio y allí la echó sobre la cama, donde, tras arrancarle la ropa interior, comenzó a acariciarla pero, apostilló, siempre con su consentimiento.
"Obcecado" en su objetivo
Fue al intentar consumar el acto cuando su esposa, siempre según la versión del procesado, "se volvió como loca, se la cruzaron los cables" y comenzó a arañarle en el pecho, de ahí que él se limitara a defenderse y le propinara dos tortazos. El presunto agresor, que no negó que quizá pudo haberse "excedido" en los golpes propinados, achacó la reacción de su mujer al convencimiento de ésta de que le había contagiado una enfermedad de transmisión sexual.
Por contra, la mujer, con la voz entrecortada por el llanto durante el recordatorio de lo acontecido esa noche, negó haberse vestido esa noche escasa de ropa para provocar a su esposo, mantuvo que José Ramón C.E. actuó "obcecado" con la idea de penetrarla y precisó que el episodio sufrido lo vivió más como "violencia moral que sexual".
En concreto, la presunta víctima relató que se encontraba leyendo un libro en la habitación de sus hijos cuando apareció su cónyuge, del que se divorció a raíz de lo ocurrido, y contra su voluntad la llevó en volandas hasta su dormitorio y allí trató de consumar el acto.
No obstante, el acusado desmontó con un destornillador el pestillo de la puerta y volvió a trasladar a su esposa a la fuerza al dormitorio, sin que finalmente llegara a penetrarla. "Me siguió golpeando y me tuvo echada en la cama, hasta que al final me dijo ¡ya te puedes marchar!", concluyó la denunciante.
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