Carta de un padre ante la custodia perdida
Ramon Pons
Barcelona
Hoy, hija, tengo que escribirte la carta que jamás hubiera querido escribir, pero necesito hacerte llegar lo que siento. Porque pronto no entenderás lo que está pasando.
En solo cinco años, me has enseñado más que nadie en toda mi vida, me has hecho querer de una forma que nunca hubiera pensado. Y, sobre todo, has provocado que mi primer objetivo en la vida sea el de convertirme en el mejor padre que se pueda tener. Pero hoy todo ha cambiado. La hipocresía, la inmadurez, el egoísmo y unas leyes caducas y obsoletas han hecho que te vayas a vivir a 600 kilómetros de la que hasta ahora ha sido tu ciudad, tu casa.
A partir de ahora, todo será más difícil. Quizá llegará un tiempo en que las cosas cambien, un tiempo en que todos los padres solo pensaremos en el bien de nuestros hijos y no en la venganza de unos con otros. Un tiempo en que los jueces y fiscales perderán el miedo a las represalias del colectivo feminista y dejarán de emitir sentencias que en absoluta favorecen a los niños. Un tiempo en que los abogados asesorarán a sus clientes por el bien de los niños y no el de los bolsillos de sus progenitores.
Un tiempo en el que los políticos defenderán la igualdad de sexos en todo su ámbito, de una forma actualizada, y no solo pensarán en los votos que les puedan repercutir. En definitiva, un tiempo en que un padre y una madre tengan los mismo derechos y las mismas obligaciones.
Hoy no me han querido dar tu custodia, porque, a pesar de demostrar que soy un buen padre, ¿a que padre le dan la custodia? Siento que te he fallado, aun habiendo intentado todo lo que se puede intentar, porque quien realmente ha perdido hoy eres tú.
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