Según quien lo diga.
La audiencia de Alicante ha condenado a un hombre a una pena de cuatro días de localización permanente y a una orden de alejamiento de su esposa de seis meses por decir "No te voy a dar un duro porque no me has hecho la cena y me la he tenido que hacer yo" al regresar a su casa y no encontrarse la cena preparada. Este gesto se consideró como un delito de vejaciones injustas, chantaje y machismo, por humillarse a la mujer echándole en cara su dependencia económica. Además la Audiencia remarca que aunque la mujer no trabaje no está obligada a hacer las tareas del hogar.
En mi opinión la frase que dijo este hombre es errónea e inapropiada, y no creo que nadie pueda obligar a nadie a hacer las tareas de la casa, pero ¿cuántas mujeres de carácter prepotente alardean de que su marido va a "dormir en el sofá", o de que le van a "poner las maletas en la puerta"? Frases como "mis hijos son míos pero a mi marido me lo encontré en la calle" desbordan también de sexismo y desprecio hacía los hombres, y son amenazas, al referirse al ventajismo que las mujeres tienen en la pareja en caso de llevar el conflicto hasta el divorcio, circunstancia en la que el hombre tiene todas las de perder. ¿Y qué hacen las Audiencias y leyes ante estos comentarios? Nada en absoluto. Está claro que un hombre no puede tener ni medio desliz.
Nuestro sistema hembrista está estructurado para machacarlo a la más mínima, sin tener un comportamiento similar para los gestos de mala educación, torpeza o agresividad en la convivencia que procedan de mujeres, a los cuales se les da un valor anecdótico y disculpa eludiendo un castigo tan duro. La rigidez, la severidad desproporcionada y el sexismo caben dentro de nuestro sistema jurídico pero deben ejercerse sólo en contra de los varones. Esto no es absurdo, es sólo injusto, pero perfectamente coherente y deseable para el modelo de sociedad hembrista que padecemos en la actualidad.
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