lavozdelanzarote.com / 03.12.2007
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3 de diciembre de 2007 |
Empezar una nueva vida no es fácil, y menos cuando lo que uno deja atrás es un pasado de malos tratos que deja huellas físicas y sobre todo sicológicas. Por eso, e independientemente de la veracidad o no de la denuncia que una mujer ha presentado contra la casa de acogida de Arrecife, y que tendrá que ser resuelta por la Justicia, lo cierto es que escuchar su testimonio pone los pelos de punta. Diariamente se ven anuncios animando a salir del círculo del maltrato, a denunciar al agresor y romper con esa vida, pero ¿qué puede ofrecer realmente la sociedad a esas mujeres que le plantan valor y deciden empezar de nuevo? Algunas, desgraciadamente, terminan ocupando portadas porque el hombre al que dejaron y que incluso tenía hasta una orden de alejamiento ha terminado con su vida, sin que la Justicia y las fuerzas de seguridad les hayan dado la seguridad que merecían. Otras, las más "afortunadas", consiguen salvar la vida, pero también pagan un precio muy alto. Pero por más que todo ello resulte razonable, considerando que se teme que los maridos o parejas abandonadas consigan localizar estos pisos por sus propios medios o aprovechando un momento de debilidad de sus víctimas, no deja de ser un triste panorama. Porque conviviendo con personas que no han elegido, rodeadas de normas y horarios y sobre todo escondidas como si las delincuentes fueran ellas, es donde estas mujeres se supone que deben recuperar su libertad y su autoestima. ¿Realmente eso es todo lo que la sociedad les puede ofrecer? No cabe duda de que la llamada "violencia de género" es un problema complejísimo y no es fácil de abordar. No puede bastar una denuncia para encerrar a un hombre porque eso abriría también un camino muy peligroso, sobre todo considerando que algunas mujeres se burlan de este drama presentando denuncias falsas, pero la realidad es que sí hay casos con pruebas suficientes. Casos con partes de lesiones y hasta en los que las propias fuerzas de seguridad han sido testigos de los hechos. Casos en los que, pese a todo, el agresor puede quedar en libertad hasta que se celebre el juicio, o ser condenado y salir en pocos años porque las penas para los delitos realmente graves siguen siendo insuficientes.
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